SITGES’13: Piernas, que os quiero.


Por  Juan Marea.

Soy corredor “Preparado-Listo”. Y el Festival me dispara el pistoletazo de salida. Entonces me convierto en galgo “¡Ya!”.

Como Sitges me quiere ágil, me suelta en el campo de juego de “MINDSCAPE”. Conozco las reglas: intriga bien medida por el madrileño Jorge Dorado con actores en forma, un Mark Strong de robusta mirada que aguanta bien las atrevidas pupilas de Taissa Farmiga. Pronto compruebo que me hallo ante una nueva vuelta de tuerca al género del thriller en su modalidad de “veterano profesional traumatizado busca volver a primera línea y encuentra tierna manceba que le hará sudar”. En este caso, “El sexto sentido” es el obvio punto de llegada. Lástima. La carrera, no obstante, valió la pena porque he hecho un buen calentamiento.

Violet (Foto película) 3790
Leticia, cercano objeto del deseo.

Con “VIOLET” sudaré más a gusto: Ahora puedo precipitarme con entusiasmo por un camino de encantadora textura “naïve” sobre la obsesión de un joven por escribir historias de polaroids desconocidas. La película, que apretuja un universo muy deudor de la estética retro pero casi propio de su creador Luiso Berdejo, me cae muy simpática por su mezcla de crónica generacional juvenil, la deliciosa química de sus protagonistas (un Junio Valverde decidido y una Leticia Dolera chispeante), sus resonancias cinematográficas de prestigio (“Mullholland Drive”, “Blow Up”). Y, sobre todo, porque me invita a soñar con un futuro que, como el de su protagonista, no es más (y con menos no me conformo) que la consecuencia directa de los excitantes accidentes cotidianos que nos ocurren en cada momento.

Pero no debo dejarme engatusar por cantos de sirena del arcén tentador: Es el momento de elevar mis pies siguiendo la estela del primer superhéroe de la historia, que según Santiago Alvarado es español y se llama “Magno”. Con este material tan imprevisible, me encuentro atrapado en los dominios de “CAPA CAÍDA”, irregular epopeya del nacimiento, ascenso, caída y retorno glorioso de un casposo sosias de Supermán. Le conozco en formato falso de documental, hecho que propicia a sus creadores liberar sin vergüenza alguna su descaro audiovisual y a pesar de que la historia no daba para más que un cortometraje, el desfile de gamberradas fílmicas tiene momentos pletóricos gracias a la frescura de Juanjo Pardo como el imposible protagonista, a la entregada composición de Josep Seguí como el hipervillano ”Dr. Subterráneo”, a los guiños al absurdo de los conflictos bélicos que a punto estuvieron de llevarse al traste el ya difunto siglo veinte y a su atrevimiento dinamitando la mismísima Sagrada Familia sin olvidarnos de un combate de lo más apañado entre el Bien y el Mal en su tramo finalísimo.

Vuelvo al asfalto pero deberé ponerme cinta y muñequeras porque ahora debo adentrarme en terreno pantanoso. Ese que se abre a los pies de los creadores que cruzan con cierto desenfado la fina línea que va de lo personal a lo pretencioso. No resulta fácil a Canódromo Abandonado dar con “LA TUMBA DE BRUCE LEE” en Seattle. Pero a cambio nos facturan todo un manual fílmico sobre el sentido de la vida y la necesidad de coger el toro por los cuernos si uno quiere desterrar la mediocridad. Ello servido mediante una retahíla de conversaciones interminables de estimulante dispersión (especialmente cuando uno de los contertulios es ese psicópata-gurú que compone brillantemente Aaron Rux) en los mejores casos, y de cuestionable escucha cuando las articulan la pareja protagonista. Y de nuevo, la falta de síntesis estropea el acabado final: Si a esta elegía al Maestro de las Artes Marciales (aquí, también trasunto del éxito de la perseverancia) le cortáramos sus últimos veinte minutos, el tatami hubiese sido casi glorioso.

Anochece y eso significa que a mi dorsal le crecerá el vello y que mi sudor se mezclará con la sangre que salpique de mis ya nada disimulados colmillos: La última sesión incluye “SWALLOW”, o la delirante propuesta de la australiana Mia Kate Russell a modo de western donde se especula con la idea de que si un hombre-lobo tiene pluma llega a ser mucho más temible para los miembros de una comunidad mojigata mientras las carcajadas aumentan el impacto; “BREATHE”, estético y conciso cortometraje del británico Toby Meakins sobre un triángulo muy angulado cuyos vértices son dos jóvenes y una fantasma que deja sin aliento. Para acabar, la estrella es “CHIMÈRES”, decepcionante historia del suizo Olivier Beguin sobre vampiros de última generación por cuanto acaban de llegar a este limbo sin apenas enterarse. La fuerza de su amor (me temo que sí) les convierte aún en mejores amantes cuando pasan a alimentarse de sangre humana. Lo malo es que sus quehaceres no nos importan lo más mínimo porque se tratan con una ramplona superficialidad, y las escenas de acción están tan mal filmadas y son tan pobres que llegamos a la Meta de la jornada cinematográfica sin flato ni agotamiento alguno.

Déjanos tu comentario, gracias.